Las caballerizas​

La entrada a las caballerizas se realizaba por el patio exterior.

En el patio se conservan tres pozos. El más antiguo es del siglo XVI y todavía puede suministrar agua gracias a los elevados niveles freáticos por la cercanía del río Ebro.

El acceso original era una rampa contínua, sin escalones, de gileros salidos. Piedras de río que sobresalían para que no resbalara la caballería. De hecho las piedras actuales son las auténticas  originales. En la restauración se extrajeron una a una cuidadosamente para volver a colocarlas en los escalones por los que ahora se puede acceder al interior.

Las caballerizas están divididas en tres espacios. El primero estaba destinado a las yeguas. La yegua era un animal caro que se utilizaba para tirar de los carruajes de las grandes damas. Tener un par de yeguas, como parece por la dimensión del espacio, era todo un lujo.

En el segundo espacio se situaban las mulas. Los animales de trabajo que ofrecían rentabilidad. Y por último, al fondo, el espacio para el caballo del señor donde se ha descubierto un acceso directo a las habitaciones privadas sin tener que pasar por el patio. Una especie de bajada directa al párking de la época. El pesebre es una intervención posterior del siglo XVIII.

La ventilación se conseguía a base de una serie de orificios que permitían la corriente de aire y que a su vez servían para suministrar la comida a los animales desde el patio exterior.

Las caballerizas que son visitables ocupan tan solo una parte de toda la superficie de la Casa-Palacio. En el resto, la Real Maestranza continúa su labor de recuperación y restauración para sacar a la luz todos los espacios ocultos que aún están por descubrir.