Visita al Palacio de la Real Maestranza

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El Patio y la Escalera

El patio reproduce el concepto de los patios que se estilaban en los palacios de época anterior, aunque añadiendo elementos de estilo renacentista, como la galería abierta al patio del segundo piso.

El patio y la escalera en 360º

El zaguán

La entrada a la Casa-Palacio se realizaba a través del zaguán que daba acceso al patio. Aquí, en el zaguán se disponía un espacio llamado “pitañar”, una costumbre de la que hacía gala la ciudad. Nadie dormía en la calle. Los vagabundos y las personas que no tenían donde pasar la noche podían pedían asilo a cualquier casa. “El pitañar” era una especie de pequeño desván. Un espacio elevado a modo de entrepiso de muy poca altura para pasar la noche. Se accedía por una escalera que se retiraba para que nadie pudiera salir de ese pequeño espacio hasta el amanecer.

En el zaguán de esta Casa-Palacio aún se observan los orificios en el muro donde se apoyaban las vigas. Las verjas que actualmente son de madera serían de forja para mayor seguridad. La pequeña ventana en lo alto del zaguán comunica directamente con el despacho de Donlope. Desde ella se podía vigilar y auxiliar a los acogidos durante la noche. Esta costumbre estaba tan arraigada en la sociedad aragonesa que aún hoy uno de los dichos populares que se les dice a los niños cuando se portan mal es “te vamos a enviar al pitañar”.

El Patio

Tras cruzar el zaguán nos encontramos con uno de los pocos patios abiertos de Zaragoza. Un espacio en torno al cual giraba la vida familiar en el siglo XVI que tiene unas características que lo hacen único y peculiar.

Una de ellas son sus características columnas que poseen los órdenes invertidos con respecto a la disposición habitual. Normalmente los órdenes más clásicos y sobrios se disponen en la parte inferior, dejando la superior para los ordenes más recargados. Aquí la disposición es la contraria. Son columnas anilladas de estilo jónico en piedra, con fuste acanalado en la parte superior y sostenidas con unas grandes zapatas que presentan el intradós decorado con acantos enrollados, recuadros geométricos y estilizaciones vegetales.

Otra de las características es la elevada altura de sus basas de piedra que contrastan con la riqueza y suntuosidad del alabastro. Es una solución práctica para que los carruajes no dañaran el alabastro. De hecho, sus huellas aún se pueden observar en la piedra de las basas. Las columnas son obra del cantero Juan de Landernain que también realizó la portada principal en 1537. Dos años más tarde fue contratado para la realización de los pilares del patio bajo y el arranque de la escalera, concluyendo posteriormente los superiores y el antepecho de la escalera. En su obra siguió el modelo del palacio de don Juan de Coloma, hoy desaparecido, ubicado en el Coso de Zaragoza.

El patio reproduce el concepto de los patios que se estilaban en los palacios de época anterior, aunque añadiendo elementos de estilo renacentista, como la galería abierta al patio del segundo piso. Está compuesta por arcos de medio punto doblados y sostenidos por unas elegantes columnas toscanas, de orden más riguroso. Están cerrados con antepechos lisos delimitados por plintos con recuadros geométricos y rosetas realizados en época posterior. Originalmente era una galería abierta, el cerramiento es posterior.

Otro de los atractivos del patio son las tres únicas ventanas del siglo XVI que se conservan en Zaragoza y la extraordinaria Berlina del siglo XIX.

Ver el Patio en 360º
Las ventanas del siglo XVI

Las tres ventanas conservadas en el Patio del siglo XVI son las únicas que se conservan intactas de esa época en la ciudad.

 

La Escalera

La escalera claustral es uno de los espacios más espectaculares del palacio. Está presidida por la escultura de Santiago Matamoros, patrono de la Caballería. Nace en el patio y arranca de dos columnas jónicas coronadas por figuras humanas y monstruosas. Forman parte de una decoración de yeso que se desarrolla a lo largo del pretil hasta la galería superior.

El antepecho de la escalera está decorado con candelabros de grutescos y en las enjutas de los arcos se pueden encontrar escenas mitológicas como la lucha de Hércules y Anteo. Pero lo más notable, y una de las piezas estelares del palacio, es la espectacular techumbre de la cúpula. Es un magnífica obra en madera de pino, probablamente proviniente de los valles aragoneses de Ansó y Hecho. Es obra del fustero Bernat Giner.

El encargo se le hizo para que fuera a semejanza del Palacio de Coloma, que ha desaparecido. Es un trabajo único y excepcional porque aún se pudo contar con los mejores artesanos moriscos. Cuando se realizó, aún no había acontecido la revuelta de las Alpujarras con las consecuencias de exclusión y repulsa social hacia esa población.

Está rodeada por una galería cuya única función es escenográfica. Es un corredor abierto que se inspira en la cubierta de la Sala Dorada o Salón del Trono del Palacio de la Aljafería. Bernat Giner consiguió en esta obra una armonía perfecta con la combinación de motivos de tradición mudéjar y renacentistas. Entre los mudéjares se pueden contemplar los mocárabes, las estrellas o las lacerías. Entre los renacentistas; los casetones octogonales, los medallones y los grutescos.

La composición se logra a base de entrelazos mezclados con estilizaciones vegetales, rosetas y ocho tondos con bustos, culminando en el centro con una estrella de ocho puntas de la que pende un gran mocárabe. La cúpula está sustentada por una galería de arquillos de medio punto y balaustres torneados, situada sobre un tambor octogonal a modo de cimborrio compuesto por una cornisa volada y un friso decorativo con bandas de diminutos modillones, grutescos y roleos vegetales, ovas y dardos.

Esta obra fue uno de los principales motivos de que en 1931, en plena Segunda República, la Casa-Palacio Donlope fuera declarada Monumento Nacional.

Ver la Escalera en 360º